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Análisis del cuento El espejo y la máscara de Jorge Luis Borges Parte I

domingo, 7 de febrero de 2010


Qué cuentista tan curiosos es Borges, hay momentos en los que la inteligencia no alcanza para determinar a qué sendero se dirigen sus palabras, pues prefiguran un despliegue de erudición muchas veces cierta, otras que van al margen de la ficción o la realidad y otras que se revisten de una falsedad tan maravillosa que bien acabaría por pervertir (si eso es posible) el concepto de bien que encierra la misma inteligencia; por eso he dicho: Qué cuentista tan curioso es Borges.

Hay que puntualizar cada uno de los inconvenientes que van surgiendo a lo largo de la lectura del cuento Borgiano, pues existen muchos supuestos a lo largo de todo. Al iniciar la lectura nos preguntamos qué es lo primero que nos ha llamado la atención y eso es sólo una referencia geográfica, pues seleccionar un punto de inicio en un cuento de Borges, es seleccionar un punto de inicio en una figura geométrica, todo está tan bien interconectado que el inicio se difumina y se vuelve un punto aleatorio de un perímetro, al que en una alegre analogía quisiera llamar hexagonal.
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Me parece que el cuento “El espejo y la Máscara” es un ejercicio autorreferencial que hace Borges en relación con sus otras obras, pues me parece encontrar una extraña relación con cuentos anteriores y posteriores como El Zahir(1), La biblioteca de Babel(2) y de regreso al Libro de Arena (3) que le da nombre al mismo libro.

El cuento centra su atención después de la batalla de Clontarf, datada en el año de 1014 entre las fuerzas de Brian Boru y el rey de Leinster, Máel Mórda mac Murchada. El rey requiere de los servicios de un poeta encargado de escribir las hazañas de dicha batalla, y así trascender a la inmortalidad por medio de las palabras. A lo largo de un plazo de un año, el poeta vuelve periódicamente en tres ocasiones, en las que el rey le obsequia unos regalos bastante particulares: la primera visita, un espejo de plata, la segunda visita una máscara de oro y por último, una daga, con la que concluye el cuento. La primera pregunta y la que da inicio en un arbitrario dedazo es:

- ¿Por qué el cuento se llama El espejo y la máscara? Y se excluye de él La daga.

a) La justificación para esta pregunta es simple, el espejo y la máscara son regalos otorgados por el rey, tal como lo es la daga, no existe -por lo menos no explícitamente- una justificación clara por la que el cuento no se llame El espejo, la máscara y la daga.

1. La respuesta a ésta cuestión podría estar en que: anunciar ya de antemano La daga, implica un desenlace anticipado y por tanto un impacto menor en la retórica del cuento. A lo que lleva a otra pregunta alterna: La daga no representa un elemento trascendental o se encuentra en un plano alterno y ajeno a los otros regalos del rey, puesto que mientras en un lado problematiza, por el otro obtiene una solución.

(1) Contenido en: Borges J.L.: El Aleph. Ed. Alianza. Madrid, 2003.
(2) Contenido en Borges J.L.: Ficciones. Ed JM Emecé. México, 1006.
(3) Contenido en Borges J.L.: El Libro de Arena. Ed. Alianza. Madrid 2003.

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