Bienvenido

Photobucket

Intercambio de insultos y libros feos

domingo, 5 de diciembre de 2010

La Unión Ñoña Asociada (UÑA)
lo invita a participar en el
Tradicional Tercer Intercambio Mundial de Insultos Navideños
y en el
Tradicional Segundo Intercambio Galáctico de Libros Feos


A realizarse el próximo sábado 18 de diciembre, conmemorando los 273 años de la muerte de Antonio Stradivari, los 181 de Lamarck y los 48 de Niels Bohr; así como los 139 del nacimiento de Rasputin, los 67 años de Keith Richards y los 63 de Steven Spielberg, todo esto en las instalaciones de la Plaza San Mateo, en el ya histórico lugar de reunión para este intercambio -el café de la sirena- a partir de las 10 de la mañana.

Las bases para los eventos son las siguientes:

Del Tradicional Tercer Intercambio Mundial de Insultos Navideños
1. Cada participante deberá llevar escrito en un papel el insulto navideño que quiera intercambiar.
2. El participante conocerá el recipiente de su insulto navideño hasta un momento anterior al intercambio.
3. No es necesario que el insulto navideño sea de temática navideña; en caso de no poder evitarlo, el insultante no recibirá castigo alguno a lo largo de ese día.
4. No es necesario llevar disfraz.
5. Sólo podrá participar una persona por insulto.

6. Los insultos serán personales e intransferibles, a menos que se cuente con autorización notarial para ello.


Del Tradicional Segundo Intercambio Galáctico de Libros Feos
1. Cada participante deberá regalar un libro feo que haya leído completo en el año en curso y deberá incluir en el libro, si quiere escribiendo en el libro mismo o en una hoja aparte, la historia de su increíble encuentro con su increíble libro.
2. No se podrán regalar libros feos que el regalante no haya leído completos en el año en curso.
3. El participante conocerá al recipiente de su libro feo hasta un momento anterior al intercambio.
4. Está prohibido que todos los libros sean de Carlos Fuentes, o siquiera que el insigne autor mexicano abarque la mayoría de los libros propuestos para intercambiar.
5. Sólo podrá participar una persona por libro.

6. Si el participante tomó parte del Tradicional Primer Intercambio Galáctico de Libros Feos, deberá haber leído el libro que recibió en aquel evento para tener derecho a participar en el que aquí se convoca.


Los eventos aquí anunciados serán esencialmente ñoños, por lo que nos reservamos el derecho de admitir quejas antes, durante y después de la realización de los mismos.


Si usted considera que cabe invitar a alguien más a este evento puede hacerlo, siempre y cuando considere la seguridad del evento.


Si usted considera que cabe hacer un intercambio más, mande su propuesta a la dirección electrónica de nuestra poco ilustre pero a veces un poquito honrada asociación.


Atentamente
Eustaquio Bustamantes
Presidente de la Tradicional Asociación de Intercambios Tradicionales

Todo aquello no contemplado por esta convocatoria será contemplado, seguramente, por alguna otra.

Reflexiones sobre la novela histórica mexicana II

sábado, 2 de octubre de 2010

El bicentenario se presenta como una fecha oportuna para hablar al respecto de ello. ¿Qué es lo que nos puede comunicar nuestra literatura al respecto, que ni la Biología, ni la Filosofía, ni la Historia pueden hacer sino es en conjunto con ella? Una hipótesis: Las reflexiones sobre nuestra novela histórica mexicana nos brindan un camino idóneo para el estudio de nuestra cultura y con ello nuestra identidad. Ello sólo si sometemos su estudio no a un análisis lingüístico, ni a una interpretación escueta sino a un estudio Filosófico, más propiamente: Si hacemos objeto de estudio de la Filosofía de la Historia a la Novela Histórica. Y es que la Historia podría poseer al menos dos acepciones: 1) La totalidad del pasado acontecido y 2) La explicación de ese pasado.

-Problema- La novela por su parte es una obra literaria, en prosa, en la que se narra una acción fingida en todo o en parte. Poco importa a la literatura apegarse a los hechos como tales, enriquecer la historia con la fantasía es parte de su hacer, pues mientras la finalidad de la literatura es causar placer estético al lector, la historia busca reflejar los hechos como tal.

La literatura y la historia, no obstante, intentan conciliar estos objetivos divergentes en la novela histórica, pues si bien es posible darle rienda suelta a la imaginación sólo tomando el nombre de una figura histórica, también es posible que baste la vida militante como tal, para comentar sucesos no menos placenteros ni desapegados de una realidad destacada y llena interés tanto para el estudioso de la historia como para el aficionado lector de literatura fantástica, sorprendiéndose ambos por ello. También existe la posibilidad que tras una fachada atiborrada de fantasía exista un fuerte mensaje cifrado, de contenido histórico, del que hay que “leer entre líneas”.

Edward Hallett Carr en su libro: ¿Qué es la historia? Menciona dos extremos que a modo de Escila y Caribdis el historiador debe franquear con cuidado. (Cito)Uno es la historia como compilación objetiva de hechos, de una injustificada primacía de hechos sobre interpretación, la otra es la historia como producto subjetivo de la mente del historiador. O bien se escribe historia de tijeras y cola, sin importancia ni significado; o bien se escribe propaganda o novela histórica. A su juicio la espinosa tarea que incumbe al historiador es la de reflexionar acerca de la naturaleza del hombre , (Fin de la Cita) esto es el objetivo primordial de la Ética. De allí la importancia de la multidisciplina en las incursiones de la filosofía de la historia.

Según William Henry Walsh en su Introducción a la filosofía de la historia:
(Cito)Lo que todo historiador busca no es un relato escueto de hechos inconexos, sino una fluida narración en lo que cada acontecimiento esté, por así decirlo, en su lugar natural y forme parte de un todo inteligible. En este respecto el ideal del historiador es en un principio idéntico al del novelista o el dramaturgo. Así como una buena novela o una buena comedia parece consistir no en una serie de episodios aislados, sino en el desarrollo ordenado de la situación compleja de la cual parte, así una buena historia posee cierta unidad de argumento o tema. (Fin de la cita)
El filósofo de la historia, encargado de dirigir los actos de estudio de la novela histórica debe manifestarse como una autoridad al respecto. Conocer tanto la novela histórica como el contexto en el que se desarrolla. Abriéndose así una peculiaridad al respecto del tema: 1) El contexto en que se desarrolla la novela toma en cuenta la actualidad dramática de los personajes descritos pero al mismo tiempo 2) Genera un reflejo de cómo el novelista competente logra vislumbrar aquél periodo de la historia ya no como un registro histórico sino, muy al estilo de la hermenéutica, como una fusión de horizontes.

La propuesta de usar la novela no es nueva. México estaba en “la infancia de la novela” en 1869 –decía Altamirano comparándolo al amplio desarrollo que países como Francia, donde la novela de folletín cobraba auge con Dumas.

Los albores de la Novela Histórica no se encuentran muy lejos. Según Lukács tienen sus orígenes en el Waverly de Sir Walter Scott, publicado en 1814. Para inicios de la Novela Histórica Mexicana no habían transcurrido más de doce años, pues el género se inaugura no sólo en México sino en toda América Latina, con la obra Xicoténcatl, escrita por José Maria Heredia (1826). Ello levanta una nueva cuestión: Es necesario que el novelista sea mexicano para que esta obra sea considerada una Novela Histórica Mexicana, o por el contrario para revelar las peculiaridades del mexicano ni siquiera es preciso participar de la cultura mexicana. Pues como ya hemos visto anteriormente hay que considerar tanto el contexto dramático como la actualidad del autor, e inclusive me atrevería a señalar la relación que poseen esas dos acepciones anteriores con el presente del lector y cómo se altera el sentido original del mensaje histórico. También ¿Qué tan lejos deba estar el autor respecto de su obra? Pues entre Heredia y Xicoténcatl distan muchas generaciones, pero otras obras como La majestad caída de Juan A. Mateos ha sido escrita al calor de la revolución maderista. ¿Cómo diferenciar la Historia, de la novela histórica, y de la propaganda política?

Volviendo a Lukács, él señala a la Revolución francesa, la lucha revolucionaria, el auge y la caída de Napoleón como lo que convirtió a la historia en una experiencia de masas . Pero algo que no señala es que sobre esta nueva acepción viene el individualismo romántico, el ascenso de una nueva clase, la ideología liberal, las luchas nacionales, los avances tecnológicos y la extensión nunca antes vista del público lector. Pero sobre ello se conserva la firme voluntad de enseñar mediante el entretenimiento. Nos situamos en la época de los nacionalismos recalcitrantes. Muchos de los testimonios brindados por Altamirano son altamente románticos dados al nacionalismo.

Hay que pensar en la intencionalidad del novelista, muchas de las primeras publicaciones novelescas no son ni por de más cercanas a lo que hoy en día se nos presenta en tomos de las obras completas de Altamirano, cada publicación sale a la venta en pequeños panfletos (como los de Fernández de Lizardi) o en alguna hoja de periódico, (Como es el caso de Altamirano en El Renacimiento) muy a modo de las publicaciones Francesas. Me gusta imaginar cómo poco a poco una hoja recortable se va convirtiendo en “El conde de Montecristo”. Los novelistas no sólo se dedican a ello, a novelar, sino también tienen una labor política muy activa. Altamirano es altamente político, pero también se encuentra al tanto del pensamiento ilustrado. Cito: “Voltaire y Rousseau, emprendieron la tarea de popularizar sus teorías filosóficas con la forma novelesca, y dieron verdaderamente desarrollo a la novela filosófica y moral”

Pero no sólo hay que pensar en su intencionalidad sino también en sus herramientas de trabajo: El suspenso, la truculencia, el melodrama, el sentimentalismo, ganchos perfectos para adquirir suscriptores. “los escritores de México debían emplear su elocuencia para educar el pueblo a través de la novela, “libro de masas” Todo género narrativo está provisto, para Altamirano, de nacionalismo. Sin embargo sabe perfectamente que este modo de publicación sigue siendo una imitación de los modelos europeos. Por ello hace un llamado a los distintos intelectuales de su tiempo. Las publicaciones de Riva Palacio o Sierra O’Reilly se van franqueando terreno en un México predominantemente analfabeta. Sin embargo sólo en Altamirano encontramos una mentalidad teórica respecto a la novela, he allí el objeto de la filosofía de la novela histórica, no propiamente la novela como tal sino las teorías que le respaldan. En una de sus “Revistas literarias” Altamirano señala:

(Cito) La novela es indudablemente la producción literaria que se ve con más gusto por el público y cuya lectura se hace hoy más popular. Pudiérase decir que es el género de literatura más cultivado en el siglo XIX y el artificio con que los hombres pensadores de nuestra época han logrado descender a las masas doctrinas y opiniones que de otro modo sería muy difícil que aceptasen… La novela hoy ocupa un rango superior y, aunque revestida con las galas y atractivos de la fantasía, es necesario no confundirla con la leyenda antigua. Es necesario apartar sus disfraces y buscar en el fondo de ella el hecho histórico, el estudio moral, la doctrina política, el estudio social, la predicación de un partido o de una secta religiosa,; en fin, una intención profundamente filosófica y trascendental en las sociedades modernas. La novela hoy suele ocultar la biblia de un nuevo apóstol o el programa de un audaz revolucionario. (Fin de la Cita)

La importancia de Altamirano no sólo para la historia de la literatura sino para la historia mexicana en general, la entiendo no a partir de sus letras, sino a partir de su papel como fundador teórico de esas letras. Sin embargo, he de señalar que el modo de proceder del filósofo de la historia para hacer hablar los documentos literarios (refiriéndose al Mexicano) no debe estar entorno a los nacionalismos, pues tomar ello es, como lo he señalado al principio, un equívoco, como los otros modos de proceder (Biología, Filosofía, Historia y Literarura) si no se observa en conjunto.

No hay que confundir los medios con los fines, la novela histórica se nos presenta como producto de una teoría del pensamiento, un tipo de pensamiento producido específicamente en un lugar arbitrario llamado México. Creer que un estudio particular es suficiente para fundamentar una nación nos lleva al equívoco. México y su historia se nos presentan como una totalidad difícil de abarcar si lo que se pretende abarcar es el transcurso de los años, pues a nadie le alcanzará la vida. La filosofía de la historia debe estudiar el pensamiento subyacente en los productos de la historia, donde incluyo a la literatura.

Lukács diría que la novela histórica consiste en “ver lo específico de su propia época desde un ángulo histórico”, su orientación debería “captar la singularidad histórica de las personas y situaciones plasmadas.” “La peculiaridad histórica del presente inmediato”. Reyes contestaría con otra problemática:

La historia que acaba de pasar es siempre la menos apreciada. Las nuevas generaciones se desenvuelven en pugna contra ella y tienen, por economía mental, a compendiarla en un solo emblema para de una vez liquidarla. ¡El pasado Inmediato! ¿Hay nada más impopular?[…] Cierto error o convención óptica es inevitable en la perspectiva. La perspectiva es una interpretación finalista. Se da por supuesto que el primer plano es el término ideal a que venían aspirando, del horizonte acá, todos los planos sucesivos. Las líneas, se supone, caminan todas hacia un fin. El fin somos nosotros, nuestro punto de vista. […] Sumando varias perspectivas, varios sistemas de referencia; reduciendo unos a otros; teniendo en cuenta la relatividad de todos ellos, y su interdependencia para un ojo omnipresente que acertara a mirar el cuadro desde todos los ángulos a la vez, nos acercaremos al milagro de la comprensión.

Comprender el pensamiento es el reto de la filosofía de la historia. Sin embargo al plantear el pensamiento liberal de Altamirano como el fundamento de la literatura mexicana nos lleva a una problemática compleja. El pensamiento individualista de la política liberal mexicana de finales de siglo XIX tiene ciertas consecuencias.
Juárez es, tanto una figura política clave para la historia, como el auge del pensamiento liberal mexicano. Su máxima compilada por Vicente Riva Palacio (también un prolífico novelista) en el Tomo V de su obra: México A través de los siglos , en el discurso fechado el 15 de Julio de 1867, manifiesta un claro pensamiento individualista. La pugna entre si a dicha frase le antecede el pensamiento Kantiano desarrollado en la obra: La paz perpetua, es una cuestión que excede de mis posibilidades. Pero que sin embargo habría que considerar para futuras reflexiones.
Pero el individualismo es ya un rasgo que se encuentra como legado heredado del pensamiento español. La teoría de Samuel Ramos sobre el mexicano como imitador de lo extranjero generador del “sentimiento de inferioridad” se fundamento en un individuo, si no ahistórico bien podría emplearse el apelativo de paradigmático debido a su condición cíclica. Su texto “El perfil del hombre y la cultura en México” donde nos arroja al Peladito como exponente máximo del sentimiento de inferioridad, es susceptible al equívoco, tanto, como las teorías antes mencionadas. El problema de ello nos lo señalará, años más adelante, Roger Bartra en su “Jaula de la melancolía”. Descartemos para el estudio teórico del mexicano recurrir al paradigma, pues sólo es la transposición al terreno de la cultura, de una serie de lugares comunes e ideas-tipo. La cultura peculiar hegemónica ha ido creando sus sujetos peculiares y los ha ligado a varios arquetipos de extensión universal. El equivoco respecto a las distintas teorías individuales radica en la
La teoría que bien podría o no fundamentar una novela, es el objeto de estudio, pues a mi juicio el ejercicio de la teorización no es exclusivo de los tratados científicos, sino también debe emplearse tanto de la producción artística como a la histórica de otro modo sólo nos sometemos a los arbitrios de una comunidad específica cuyo saber se aleja poco a poco del desarrollo espiritual de algún pueblo determinado aunque se presuma lo contrario. Dejo mi hipótesis trunca en espera de futuras aportaciones.

Reflexiones sobre la novela histórica mexicana

Mucho de la temática aquí expuesta refleja las sesiones que hace un tiempo tuvimos en el seminario “Sinceridad y Democracia”, Debo agradecer la guía de Maigo y Octavio como compañeros del seminario y constantes observadores de mi desarrollo. Mis intereses, aún después de finalizar las distintas sesiones del seminario, siguieron rondando las temáticas de la novela histórica mexicana y las cuestiones que se planteaban.

Debo advertir algo: Escribir sobre la novela histórica mexicana es más que nada con el objetivo de abrir el terreno al diálogo multidisciplinario. Mi única intención es manifestar mis reflexiones acerca de la novela histórica, mi perspectiva no supera a la de un lector aficionado que ha asumido un papel de ponente en un encuentro estudiantil.
Photobucket
Hace algunos años en el periódico El Universal anunciaban que los genes de la población mexicana era una mezcla de 35 grupos étnicos, el Instituto Nacional de Medicina Genómica había concluido el mapa del genoma humano de los mexicanos. Mi sorpresa fue grande cuando en plena crisis de Influenza se diera a conocer en una especie de informe público lo que se prestaba a un equívoco. ¿Cómo es que todo lo que representa a un mexicano pueda manifestarse en una síntesis literaria? Es decir en un informe que se jacte de exponer a todas luces: Lo que hace ser al mexicano, mexicano y no otra cosa. He allí la cuestión.

a) Como respuesta tenemos esta primera instancia: La Biología (En nuestro caso la Genética), a la que Scheler contesta con su Teoría de los Valores. Respuesta mucho más cercana a la teoría Darwinista, que en su tiempo levantó tanta controversia, pues desprendía al hombre de su diferencia específica aristotélica y lo conectaba mucho más directo a una serie de periodos eslabonados, que lo conducían en retroceso a un pasado animalesco.

b) La otra: La Filosofía. Ésta afronta problemas aún más fuertes, pues las discusiones al respecto no datan de hace poco. El intento de Miguel León Portilla es, por demás, de antemano fallido, pues buscar un pensamiento cuyo desarrollo se plantea en un entorno fuera de contexto, presenta serios problemas que, lejos de estrechar nuestras posibilidades de aniquilar el equívoco, tiende a cometer actos de asimilacionismo. El desarrollo de la filosofía en México tiene mayor valor en décadas postreras, es un tanto difícil distinguir Ideología de Filosofía en el pensamiento del siglo XVIII, por ejemplo con el pensamiento liberal mexicano como los señalaremos más adelante.

c) Otra más podría ser la historia. Nadie más que el mexicano podría portar a cuestas aquella historia llena de intrigas.
Políticamente México nace como una colonia española, tiempo después se independiza y afronta la problemática de la autonomía, vive constantes convulsiones bélicas desde la guerra de reforma, la intervención francesa y norteamericana, el gobierno santanista, el porfirismo, la revolución, expropiación petrolera, movimiento del 68, guerra contra el narco, en fin: la consolidación de su estado. México y los Mexicanos se prestan a la convención y a la arbitrariedad, su historia también. Con ello se generan las historias oficiales.

Frente a ello, ¿cómo es posible determinar rasgos comunes que permitan compilar en un solo género al mexicano? ¿Abriendo la posibilidad de establecer un mapa de estudio de lo que nos compone cuando nos anteceden siglos enteros de mestizaje? La historia, sin embargo no se nos manifiesta completamente heterogeneizada. Nuestros antecedentes se centran en el desarrollo de nuestra misma identidad, muchas veces coincidentes, otras más bien discrepantes. Se suele revestir de mitos y leyendas, intentos de adornar con guirnaldas literarias una misma historia (llámese: El pípila o Los niños Héroes)

Sin embargo la historia, mi historia, de mí país, que año tras año fui asumiendo en tiempos de estudiante de secundaria y preparatoria, la que creí irrefutable, se vio en el mejor de los casos cuestionada, en el peor, totalmente negada o degradada a chisme, los cánones del héroe revolucionario se vieron diluidos, los mitos desmitificados. La razón: En mis manos había caído una novela histórica mexicana. Desde entonces me volví un seguidor de este género.
d) Ello nos abre otra vía aproximada al conocimiento del mexicano, su literatura histórica.
La historia mexicana tiene varias convulsiones generadoras. Podría hacer un despliegue de erudición y mencionar algunos títulos a partir de esas convulsiones. La literatura histórica o costumbrista mexicana comienza con Fernández de Lizardi, títulos como La hija del Judío (1848-1850) de Sierra O’Reilly y El fistol del Diablo (1845-1846) de Payno , nos podrían brindar un buen panorama al respecto. Después de la guerra de reforma del 1857 al 1861 donde el pensamiento liberal pudo haber influido a títulos como podría ser Martín Garatuza (1868) de Vicente Riva Palacio, Clemencia (1869) de Altamirano. Saltándonos algunos años hacia el porfiriano podría señalar ejemplos como Los bandidos del río frío (89-91) también de Payno, Tomochic (93-95) de Heriberto Frías, El Zarco (1901) de Altamirano, Mala Yerba (1909) de Azuela, La majestad Caída (1911) de Juan A. Mateos. Más allá de ese periodo Viene la etapa de la revolución con títulos bien conocidos por todos nosotros como Los de Abajo (1916) de Azuela, La sombra del caudillo (1929) de Martín Luis Guzmán, Vámonos con Pancho Villa(1931) y Se llevaron el cañón para Bachimba (41) de Rafael Muñoz, Tropa Vieja (1943) de Francisco L. Urquizo Sobre la guerra del 26 al 29 entre sus respectivas secuelas surgen temáticas que explotan novelistas como Los cristeros (37) de José Guadalupe de Anda y Pensativa (44) de Jesús Goytortúa Santos, Al filo del agua de (47) de Agustín Yañez. El llano en Llamas (53) y Pedro Páramo (55) de Juan Rulfo, Balún-Canán (57) de Rosario Castellanos. Después de las constantes convulsiones el novelista no voltea más a observar el costumbrismo de provincia y concentra sus luces en la ciudad, en un crecimiento urbano del que todavía no dejamos de comentar. Con Aura (62) de Fuentes podríamos observar mucho al respecto de ello. La muerte de Artemio Cruz (62) observa el pasado como un tiempo anterior semi-idílico, pero a final de cuentas pasado y antecedente de un revolucionario agonizante, novelas de este estilo son las que marcan el giro de la provincia a la ciudad. Farabeuf (65) por ejemplo ya no se preocupa por pintar usos y costumbres como novelas anteriores, sino que se enfrasca en una prosa idílica de recuerdos y reflexiones. Los que recuerdan algo de la revolución ya lo harán como reflexión o burla, como es el caso de José Ibargüenoitia en Los relámpagos de Agosto (65) pero se avecina una temporada oscura en la memoria de los mexicanos. Con Tlatelolco existe un silencio generalizado sin embargo de Novelas como Con Él, conmigo, son nosotros tres (71) de María Luisa Mendoza y Con los días y los años de Luis González de Alba se puede reflejar muy bien la perspectiva de una buena parte de la vida activa en México y el pensamiento dominante. Y por últmo, antes del boom de la novela histórica de las que destacan títulos como Memorias del Imperio y México Negro, podría incluir el vivo retrato de un México semiurbanizado con Las batallas en el desierto (81) e José Emilio Pacheco.
Photobucket

Fases y mareas de tu mejilla

domingo, 18 de abril de 2010

Me van a disculpar señores, la palabrería que me he atrevido a publicar. Pero como gozo de los privilegios de un autor, me he tomado la libertad de meter al blog un par de escritos seleccionados de viejos tiempos. El primero al que titulé como Cantos equivocados y éste que se titula: Fases y Mareas de tu mejilla. que lo disfruten.


Photobucket
He visto tu sonrisa definirse y diluirse como arco de aletas en el inmenso mar de tu rostro, tus ojos reflejar el horizonte de las olas infinitas, perderse mar abierto en el abismo, sostener mareas enteras y cerrarlas en parpados de corriente lunar.

Y callar, callar el oleaje y su rugir, sumergir el sonido entre los holanes plegados de las olas encajadas de espuma. Sofocar el sonido de la sonrisa dorsal, surcar solo el agua como el Martes surca Mayo. Sin esperar otro Mayo, sin esperar otra luna.

Mejilla a cuarto creciente, mostrar el rostro de cielo y mar fundido en su lleno esplendor, rotar llana y limpia a la nívea mejilla menguante, hasta que la cabellera cubra de su manto orzuelado de estrellas juguetonas de la noche submarina aquella sonrisa que salió a respirar.

Y tu callas, sus fases y mareas.

Cantos equivocados

Photobucket

Canto I

me uno de nuevo
al comité de perdedores
bienintencionados,
ilusos desgraciados
ingenuos sin cerebro

me alisto a la armada de la
bienaventuranza
a la liga de idiotas a media luz
en la suela del zapato
que nos disciplina

Soy creyente, de cartas cadenas
de promesas políticas
de utopías hechas canción

navego en el mar
de corrientes estrechas
con bandera de tonto
y mástil de equivocación
me impulsa un viento de susurros
que son miles a mi espalda
son los susurros
de los sordos y ciegos
de todos los necios
la triste nación

mi norte es el suelo
mi sur también
si no es donde muero
dónde pisan mis pies
escarbo letrinas
por pagas inocuas
escarcho de tiza
la azúcar y sal
caliento el asiento
de la banca rota
cubro el espacio
donde el aire solía estar

colecciono cacharros sin uso
piedras, discos rallados,
libros sin leer.
recorto trocitos
de quesos pasados
de gouda, de cabra,
manchego y gruyer

murales en el piso
donde me siento yo
donde los tontos voltean
cuando señalan al sol
Photobucket

Canto II

me vuelvo madera
arcilla o latón
me envuelvo de cera
barniz o cartón
me vuelvo de piedra
plástico o coral
me envuelvo de hiedra
papel o metal
[Me vuelvo material


Canto III

entre errantes y menospreciados
entre tumultos enredados
del himno a la equivocación
los ineptos, los rechazados
insultos han sublimado
a la gente bonita, querida por Dios

abandonados, solos, desamparados
desterrados del buen crecer
seremos muchos los silenciados
pero pocos los que lograrán convencer

vivimos juntos, equivocados
errantes a su parecer
morimos lejos, no separados.
Morimos por nuestros sueños
ni por hambre, ni por sed

somos tontos los olvidados
no sabemos lo que es mejor
nuestro lujo se limita
a la fiesta y al licor
Somos tontos y desgraciados
esclavos del televisor
Photobucket

Renacimiento y Humanismo. Parte I

jueves, 8 de abril de 2010

Capítulo I
Renacimiento y Humanismo.
Una introducción a los términos según sus comentaristas.

Renacimiento

El punto de partida que convencionalmente poseen los distintos eruditos en materia del renacimiento, en lo referente al término conceptual, parte del estudio realizado en 1860 por J. Burckhardt.1 En él se plantea la cuestión del desarrollo intelectual del hombre acometido a finales del siglo XIV y principios del XV como una variación histórica, un cambio del pensamiento del hombre en relación a su contemporaneidad y el periodo medieval anterior, una visión de la naturaleza distinta a sus predecesores, una toma de conciencia de cierto sentido de periodicidad histórica, esto conforme al movimiento cultural que en cierto modo busca ser un indicador de la dignidad del hombre en base a la recuperación de la antigüedad clásica. Esto último será lo que G. Voigt y más tarde P. O. Kristeller denominarán Humanismo.2

Según Burckhardt, el Renacimiento es el auge del Individualismo, es decir:

El mundo y la historia aparecía a través de él maravillosamente coloreadas y el hombre se reconocía a sí mismo sólo como raza, pueblo, partido, corporación, familia u otra forma cualquiera de lo colectivo… (En Italia) se despierta una consideración objetiva del estado… y al lado de esto se yergue, con pleno poder, lo subjetivo: El hombre se convierte en individuo espiritual.
Photobucket

A lo largo del tiempo ésta postura ha sido fuertemente criticada. Algunas cuestiones que hace J. Huizinga sobre el término, no precisamente en Burckhardt, sino en general, son:

El concepto de renacimiento adolece de vaguedad así en cuanto al tiempo como en cuanto a la extensión, lo mismo en lo tocante a su significación que en lo que atañe a su contenido. Es un concepto confuso, incompleto y fortuito y es, al mismo tiempo, un esquema doctrinal muy peligroso, un término técnico que probablemente haya que desechar por inútil.

En boca de un preguntón expone ésta y otras cuestiones sobre el término, finalizando:

Es una etiqueta para distinguir el vino de la historia embotellado.

Autorefutando este razonamiento alega que el término renacimiento es, originariamente, científico si se adapta a la historia bajo las mismas condiciones de la ciencia. A juicio de Huizinga la historia carece de independencia. Tomemos en cuenta los límites, por ejemplo, hasta cuándo se establece un límite al periodo clásico (tanto para los renacentistas como para nosotros), pues la labor del humanismo renacentista se centrará en la recuperación de sus textos, sin tener una ciencia que pueda diferenciar de un periodo a otro, aquella labor se vuelve más especulativa que científica. En efecto no habrá una diferenciación mediata que logre separar lo que nosotros, deliberadamente hacemos en la carrera de filosofía entre la filosofía helena y la helenística, cuestión que más tarde y gracias a los aportes de Gustav Droysen, reconocido como el creador del término helenismo, nos ayudará a determinar una diferenciación clara y distinta de los conceptos en cuestión.

Por tanto para afirmar un significado conciso del término renacimiento y por consecuente su cualidad específica que le distingue de su antecedente cronológico, (me refiero al humanismo) es necesario determinar en base a qué nos referimos, es decir ¿qué superficie respalda nuestro conocimiento acerca, ya no del término, sino de la validez ontológica del renacimiento como un periodo distinto al anterior? Pues la creación de los términos es en cierto sentido arbitrario, pero en otro es aquél que simplificara en elementos gráficos una esencia.

Retomando a Burckhardt, ese espíritu individual que ronda las sombras de los más ilustres intelectuales renacentistas va a estar comprendido no a partir de una ruptura violenta de un periodo a otro, puesto que el espíritu carecería de materia, sino por una identidad cultural (espiritual), que no será espacio/temporal sino una identidad intelectual que fungirá como una matriz coercitiva en los distintos representantes del renacimiento. Llámense Petrarca o Dante en las letras o Cimabue y Giotto en la pintura, localizados a principio del siglo XIV por citar dos ejemplos en contraposición relativa a Ariosto o Maquiavelo en las letras y Tintoretto o Caravaggio en la pintura, localizados a finales del siglo XVI. Vistos así, su relación es distante en el tiempo y hasta en el estilo, pero culturalmente idéntica.

Sin embargo, aceptar esta postura denominada por Peter Burke Geistesgeschichte o la historia del espíritu donde incluye a Burckhardt, no será una garantía de que nuestro conocimiento histórico logra congeniar con el conocimiento histórico que apela Huizinga, pero que sin embargo intentaré no perder de vista.

Por tanto, entenderé al renacimiento como un periodo cultural en el que coaliciona el interés humanista al que trataremos más adelante, pero que podríamos adelantar, tiene su fundamento en la recuperación de las letras clásicas (bajo la objeción de Huizinga) y su relación con el hombre individual (Burckhardt) en un entorno socio-político el que intentaré enfocarme, debido a la riqueza bibliográfica, me refiero a Italia, que para ir cerrando el criterio es localizable entre 1300 y 1600 a. C.

Bibliografía

Burckhardt, Jacob: La cultura del renacimiento en Italia. Ed. Porrúa. México 1999.
Kristeller, Paul Oskar: El pensamiento renacentista y sus fuentes. ed. FCE. México 1982.
Huizinga, Johan: El concepto de la historia. Ed. FCE. México, 1980.
Hans Jonas: La religión Gnóstica. Ed. Siruela. Madrid, 2003.
Burke, Peter: El renacimiento italiano. Cultura y Sociedad en Italia. Ed. Alianza, Madrid, 1986.
Atalli, Jaques: 1492, Ed. Plural, España, 1992.
Ginzburg, Carlo: El queso y los gusanos: El cosmos según un molinero del siglo XVI. Ed. Península. Barcelona, 1981.

Amanecer en silencio

miércoles, 7 de abril de 2010

Photobucket
Mañana callo,
por que es oscuro el mañana
pero la mañana no.
El mañana te promete el camino
compuesto de senderos infinitos
que te llevan al mismo lugar, la oscuridad.
Para la mañana sólo hay una dirección:
El presente, la luz, hoy.
Del mañana todos hablan, pero nadie sabe;
de la mañana todos saben, pero nadie habla.
¿Qué haré mañana?
No sé, callar.
Hay demasiado ruido mañana –igual que ayer-
de la mañana poco sé, del mañana mucho menos.
Tal vez, sólo por esta vez:
Amanecer en silencio.