El bicentenario se presenta como una fecha oportuna para hablar al respecto de ello. ¿Qué es lo que nos puede comunicar nuestra literatura al respecto, que ni la Biología, ni la Filosofía, ni la Historia pueden hacer sino es en conjunto con ella? Una hipótesis: Las reflexiones sobre nuestra novela histórica mexicana nos brindan un camino idóneo para el estudio de nuestra cultura y con ello nuestra identidad. Ello sólo si sometemos su estudio no a un análisis lingüístico, ni a una interpretación escueta sino a un estudio Filosófico, más propiamente: Si hacemos objeto de estudio de la Filosofía de la Historia a la Novela Histórica. Y es que la Historia podría poseer al menos dos acepciones: 1) La totalidad del pasado acontecido y 2) La explicación de ese pasado.
-Problema- La novela por su parte es una obra literaria, en prosa, en la que se narra una acción fingida en todo o en parte. Poco importa a la literatura apegarse a los hechos como tales, enriquecer la historia con la fantasía es parte de su hacer, pues mientras la finalidad de la literatura es causar placer estético al lector, la historia busca reflejar los hechos como tal.
La literatura y la historia, no obstante, intentan conciliar estos objetivos divergentes en la novela histórica, pues si bien es posible darle rienda suelta a la imaginación sólo tomando el nombre de una figura histórica, también es posible que baste la vida militante como tal, para comentar sucesos no menos placenteros ni desapegados de una realidad destacada y llena interés tanto para el estudioso de la historia como para el aficionado lector de literatura fantástica, sorprendiéndose ambos por ello. También existe la posibilidad que tras una fachada atiborrada de fantasía exista un fuerte mensaje cifrado, de contenido histórico, del que hay que “leer entre líneas”.
Edward Hallett Carr en su libro: ¿Qué es la historia? Menciona dos extremos que a modo de Escila y Caribdis el historiador debe franquear con cuidado. (Cito)Uno es la historia como compilación objetiva de hechos, de una injustificada primacía de hechos sobre interpretación, la otra es la historia como producto subjetivo de la mente del historiador. O bien se escribe historia de tijeras y cola, sin importancia ni significado; o bien se escribe propaganda o novela histórica. A su juicio la espinosa tarea que incumbe al historiador es la de reflexionar acerca de la naturaleza del hombre , (Fin de la Cita) esto es el objetivo primordial de la Ética. De allí la importancia de la multidisciplina en las incursiones de la filosofía de la historia.
Según William Henry Walsh en su Introducción a la filosofía de la historia:
(Cito)Lo que todo historiador busca no es un relato escueto de hechos inconexos, sino una fluida narración en lo que cada acontecimiento esté, por así decirlo, en su lugar natural y forme parte de un todo inteligible. En este respecto el ideal del historiador es en un principio idéntico al del novelista o el dramaturgo. Así como una buena novela o una buena comedia parece consistir no en una serie de episodios aislados, sino en el desarrollo ordenado de la situación compleja de la cual parte, así una buena historia posee cierta unidad de argumento o tema. (Fin de la cita)
El filósofo de la historia, encargado de dirigir los actos de estudio de la novela histórica debe manifestarse como una autoridad al respecto. Conocer tanto la novela histórica como el contexto en el que se desarrolla. Abriéndose así una peculiaridad al respecto del tema: 1) El contexto en que se desarrolla la novela toma en cuenta la actualidad dramática de los personajes descritos pero al mismo tiempo 2) Genera un reflejo de cómo el novelista competente logra vislumbrar aquél periodo de la historia ya no como un registro histórico sino, muy al estilo de la hermenéutica, como una fusión de horizontes.
La propuesta de usar la novela no es nueva. México estaba en “la infancia de la novela” en 1869 –decía Altamirano comparándolo al amplio desarrollo que países como Francia, donde la novela de folletín cobraba auge con Dumas.
Los albores de la Novela Histórica no se encuentran muy lejos. Según Lukács tienen sus orígenes en el Waverly de Sir Walter Scott, publicado en 1814. Para inicios de la Novela Histórica Mexicana no habían transcurrido más de doce años, pues el género se inaugura no sólo en México sino en toda América Latina, con la obra Xicoténcatl, escrita por José Maria Heredia (1826). Ello levanta una nueva cuestión: Es necesario que el novelista sea mexicano para que esta obra sea considerada una Novela Histórica Mexicana, o por el contrario para revelar las peculiaridades del mexicano ni siquiera es preciso participar de la cultura mexicana. Pues como ya hemos visto anteriormente hay que considerar tanto el contexto dramático como la actualidad del autor, e inclusive me atrevería a señalar la relación que poseen esas dos acepciones anteriores con el presente del lector y cómo se altera el sentido original del mensaje histórico. También ¿Qué tan lejos deba estar el autor respecto de su obra? Pues entre Heredia y Xicoténcatl distan muchas generaciones, pero otras obras como La majestad caída de Juan A. Mateos ha sido escrita al calor de la revolución maderista. ¿Cómo diferenciar la Historia, de la novela histórica, y de la propaganda política?
Volviendo a Lukács, él señala a la Revolución francesa, la lucha revolucionaria, el auge y la caída de Napoleón como lo que convirtió a la historia en una experiencia de masas . Pero algo que no señala es que sobre esta nueva acepción viene el individualismo romántico, el ascenso de una nueva clase, la ideología liberal, las luchas nacionales, los avances tecnológicos y la extensión nunca antes vista del público lector. Pero sobre ello se conserva la firme voluntad de enseñar mediante el entretenimiento. Nos situamos en la época de los nacionalismos recalcitrantes. Muchos de los testimonios brindados por Altamirano son altamente románticos dados al nacionalismo.
Hay que pensar en la intencionalidad del novelista, muchas de las primeras publicaciones novelescas no son ni por de más cercanas a lo que hoy en día se nos presenta en tomos de las obras completas de Altamirano, cada publicación sale a la venta en pequeños panfletos (como los de Fernández de Lizardi) o en alguna hoja de periódico, (Como es el caso de Altamirano en El Renacimiento) muy a modo de las publicaciones Francesas. Me gusta imaginar cómo poco a poco una hoja recortable se va convirtiendo en “El conde de Montecristo”. Los novelistas no sólo se dedican a ello, a novelar, sino también tienen una labor política muy activa. Altamirano es altamente político, pero también se encuentra al tanto del pensamiento ilustrado. Cito: “Voltaire y Rousseau, emprendieron la tarea de popularizar sus teorías filosóficas con la forma novelesca, y dieron verdaderamente desarrollo a la novela filosófica y moral”
Pero no sólo hay que pensar en su intencionalidad sino también en sus herramientas de trabajo: El suspenso, la truculencia, el melodrama, el sentimentalismo, ganchos perfectos para adquirir suscriptores. “los escritores de México debían emplear su elocuencia para educar el pueblo a través de la novela, “libro de masas” Todo género narrativo está provisto, para Altamirano, de nacionalismo. Sin embargo sabe perfectamente que este modo de publicación sigue siendo una imitación de los modelos europeos. Por ello hace un llamado a los distintos intelectuales de su tiempo. Las publicaciones de Riva Palacio o Sierra O’Reilly se van franqueando terreno en un México predominantemente analfabeta. Sin embargo sólo en Altamirano encontramos una mentalidad teórica respecto a la novela, he allí el objeto de la filosofía de la novela histórica, no propiamente la novela como tal sino las teorías que le respaldan. En una de sus “Revistas literarias” Altamirano señala:
(Cito) La novela es indudablemente la producción literaria que se ve con más gusto por el público y cuya lectura se hace hoy más popular. Pudiérase decir que es el género de literatura más cultivado en el siglo XIX y el artificio con que los hombres pensadores de nuestra época han logrado descender a las masas doctrinas y opiniones que de otro modo sería muy difícil que aceptasen… La novela hoy ocupa un rango superior y, aunque revestida con las galas y atractivos de la fantasía, es necesario no confundirla con la leyenda antigua. Es necesario apartar sus disfraces y buscar en el fondo de ella el hecho histórico, el estudio moral, la doctrina política, el estudio social, la predicación de un partido o de una secta religiosa,; en fin, una intención profundamente filosófica y trascendental en las sociedades modernas. La novela hoy suele ocultar la biblia de un nuevo apóstol o el programa de un audaz revolucionario. (Fin de la Cita)
La importancia de Altamirano no sólo para la historia de la literatura sino para la historia mexicana en general, la entiendo no a partir de sus letras, sino a partir de su papel como fundador teórico de esas letras. Sin embargo, he de señalar que el modo de proceder del filósofo de la historia para hacer hablar los documentos literarios (refiriéndose al Mexicano) no debe estar entorno a los nacionalismos, pues tomar ello es, como lo he señalado al principio, un equívoco, como los otros modos de proceder (Biología, Filosofía, Historia y Literarura) si no se observa en conjunto.
No hay que confundir los medios con los fines, la novela histórica se nos presenta como producto de una teoría del pensamiento, un tipo de pensamiento producido específicamente en un lugar arbitrario llamado México. Creer que un estudio particular es suficiente para fundamentar una nación nos lleva al equívoco. México y su historia se nos presentan como una totalidad difícil de abarcar si lo que se pretende abarcar es el transcurso de los años, pues a nadie le alcanzará la vida. La filosofía de la historia debe estudiar el pensamiento subyacente en los productos de la historia, donde incluyo a la literatura.
Lukács diría que la novela histórica consiste en “ver lo específico de su propia época desde un ángulo histórico”, su orientación debería “captar la singularidad histórica de las personas y situaciones plasmadas.” “La peculiaridad histórica del presente inmediato”. Reyes contestaría con otra problemática:
La historia que acaba de pasar es siempre la menos apreciada. Las nuevas generaciones se desenvuelven en pugna contra ella y tienen, por economía mental, a compendiarla en un solo emblema para de una vez liquidarla. ¡El pasado Inmediato! ¿Hay nada más impopular?[…] Cierto error o convención óptica es inevitable en la perspectiva. La perspectiva es una interpretación finalista. Se da por supuesto que el primer plano es el término ideal a que venían aspirando, del horizonte acá, todos los planos sucesivos. Las líneas, se supone, caminan todas hacia un fin. El fin somos nosotros, nuestro punto de vista. […] Sumando varias perspectivas, varios sistemas de referencia; reduciendo unos a otros; teniendo en cuenta la relatividad de todos ellos, y su interdependencia para un ojo omnipresente que acertara a mirar el cuadro desde todos los ángulos a la vez, nos acercaremos al milagro de la comprensión.
Comprender el pensamiento es el reto de la filosofía de la historia. Sin embargo al plantear el pensamiento liberal de Altamirano como el fundamento de la literatura mexicana nos lleva a una problemática compleja. El pensamiento individualista de la política liberal mexicana de finales de siglo XIX tiene ciertas consecuencias.
Juárez es, tanto una figura política clave para la historia, como el auge del pensamiento liberal mexicano. Su máxima compilada por Vicente Riva Palacio (también un prolífico novelista) en el Tomo V de su obra: México A través de los siglos , en el discurso fechado el 15 de Julio de 1867, manifiesta un claro pensamiento individualista. La pugna entre si a dicha frase le antecede el pensamiento Kantiano desarrollado en la obra: La paz perpetua, es una cuestión que excede de mis posibilidades. Pero que sin embargo habría que considerar para futuras reflexiones.
Pero el individualismo es ya un rasgo que se encuentra como legado heredado del pensamiento español. La teoría de Samuel Ramos sobre el mexicano como imitador de lo extranjero generador del “sentimiento de inferioridad” se fundamento en un individuo, si no ahistórico bien podría emplearse el apelativo de paradigmático debido a su condición cíclica. Su texto “El perfil del hombre y la cultura en México” donde nos arroja al Peladito como exponente máximo del sentimiento de inferioridad, es susceptible al equívoco, tanto, como las teorías antes mencionadas. El problema de ello nos lo señalará, años más adelante, Roger Bartra en su “Jaula de la melancolía”. Descartemos para el estudio teórico del mexicano recurrir al paradigma, pues sólo es la transposición al terreno de la cultura, de una serie de lugares comunes e ideas-tipo. La cultura peculiar hegemónica ha ido creando sus sujetos peculiares y los ha ligado a varios arquetipos de extensión universal. El equivoco respecto a las distintas teorías individuales radica en la
La teoría que bien podría o no fundamentar una novela, es el objeto de estudio, pues a mi juicio el ejercicio de la teorización no es exclusivo de los tratados científicos, sino también debe emplearse tanto de la producción artística como a la histórica de otro modo sólo nos sometemos a los arbitrios de una comunidad específica cuyo saber se aleja poco a poco del desarrollo espiritual de algún pueblo determinado aunque se presuma lo contrario. Dejo mi hipótesis trunca en espera de futuras aportaciones.
Reflexiones sobre la novela histórica mexicana II
sábado, 2 de octubre de 2010
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